Quien la sigue la con¬sigue, solo es cuestión de perseverancia
Escribe: PC Luís Quintanilla López (+)
Como cuestión previa tengo que manifestar con franqueza que por haber¬me gastado una broma con un pata del alma, hablando de su q’echo que lo mantiene inac¬tivo hasta en el cumplimiento de sus deberes como esposo, por haberme jamoneado con el dolor ajeno, tata Dios me ha tirado un chuzazo en el mero huesito de la alegría y me ha puesto triste con una dolencia que los profanos llamamos MAKURKI y los doctores llaman distensión muscular, meñiscos, agarrotamiento de músculos, como cuando se ha pa¬sado por la experiencia de un “suave interrogatorio”, en el salón de los tirantes. Así es mis amigos, el makurki ha llegado a agarrotarme hasta los músculos de los dedos y la len¬gua, los otros músculos para que ya, ninguno fun¬ciona a tal punto que ni siquiera caminar puedo con normalidad, por eso me desplazo solamente en auto. Franco mis amigos, el makurki había sido la misma muerte en persona. Sinceramente no quisiera que el makurki y el q’echo visite ni a la persona más an¬tipática. Dicho esto, con dificultad, porque hasta las teclas de la computadora estoy deletreando cual principalmente que ingresa a un Cenecape a aprender mecanografía, paso a comentar alguito nomás, un chiquito nomás sobre el tema: “Quien la sigue, la consigue”. Así es amigos, dicho en otros térmi¬nos, “cuando la gota cava la piedra” cuando hay perseverancia y paciencia, pero no la paciencia de esas que duran una eternidad, sino, de una paciencia que tiene cierto límite. Quien la sigue la consigue, se da en muchas actividades de la vida diaria de los hombres, se da en los estudios, en los nego¬cios, en los centros de trabajo y en el amor, especialmente en esto último. Dice cuando somos pacientes lo po¬demos conseguir todo. Sobre este particu¬lar no estoy muy de acuerdo, al margen de esta aclaración, los hinchas me decían que los pacienzudos lo consiguen todo, triunfos, satisfacciones materiales y espirituales por más que en el camino se tropiecen con mil piedritas, salvando el escollo saltando sobre ellas o retirándolas, los perseverantes siem¬pre consiguen el camino expedito para llegar a la meta. Así, por ejemplo, se da en quienes se dedican al negocio, cuando en la primera intentona les sale mal, en la segunda agarran utilidades hasta por los devengados. Cuando se persevera, los estudian¬tes siguen para adelante para adelante hasta conseguir su profesión por más que haya reveses con un curso aplazado ó notas rojas en la libreta de calificación. En los centros de trabajo también se persevera en base de constancia, lealtad, honestidad, capacidad y experiencia para que nadie pelotee a nadie. En el amor, ah... en el amor, la perseverancia llega cavar la roca más granítica, si en la primera, segunda y tercera de¬claraciones la Dulcinea sigue “sobrina”, pues entonces es cuestión de perseverar, primero llevando un ramito de flores, siquiera una florcita si no es una orquídea, acto seguido unas serenatas, y junto con el ramo de flores una tarjetita musical con la canción titulada” Historia de Amor”, si esta tarjeta falla inclu¬yendo la influencia del cuñadito o la cuñadita que ya fueron “lubricados”, entonces hay que optar la estrategia de un compadre mío, quien a golpe de 3 ó 4 de la madrugada va a dormir a la puerta de la calle de la Dulci¬nea, con el único consuelo que el perro de la buenamoza que ya lo conoce, en un acto de caridad y comprensión de perro a humano, le lame cariñosamente la cara de este a oeste y le calienta con su cuerpo, para que el infeliz no sea víctima de una pulmonía.