CREACIÓN VERBAL Y CONTINUIDAD EN EL POEMARIO “ESTALACTITAS”
Quisiera empezar diciendo que, generalmente, cuando leemos poesía, como señala el filósofo alemán Pfeiffer, tal vez lo hacemos secundados solo por su contenido, y pocas veces por su estructura. Si nuestra lectura es por su contenido, acaso lo hacemos para de repente satisfacer nuestras distracciones, curiosidades, entretenimientos o intentando encajar (con algún relleno) el vacío de nuestras tristezas o amarguras, que casi nunca faltan en nuestras mesas de cada día. También se dice que se lee para explorar experiencias nuevas, tratando de participar en los sueños del autor a quien leemos, buscando posibilidades de hacer la vida de alguna forma diferente, porque a veces nos sentimos limitados de no comprender a los demás, ni a nosotros mismos. Incluso, somos incomprendidos por la sociedad. Y otro último, tal vez la más interesante, se dice que se lee poesía para indagar el centro celular de ideas y mensajes que creemos está escondido adentro, muy adentro de los poemas que leemos. Entonces, la lectura del poemario “Estalactitas” del vate apurimeño Alberto Río fue una gran sorpresa y satisfacción para mí, y para quienes amamos la buena poesía, al constatar que la vena poética y herencia de la tradición de poetas andinos, en especial de Apurímac, proseguirá por el camino inexorable de la creación literaria con los jóvenes que ya vienen demostrando sus propias luces. El poemario está estructurado con las palabras perfiladas en armoniosas combinaciones artísticas, lo que llamamos creación verbal. Elaborado con el material adecuado, que es la palabra bien elegida, sentida, acariciada y formada desde su esencia discursiva. Más aún, está escrita con la amplitud y brevedad de las expresiones inflexivas, llena de musicalidad y vinculada, por lo general, con los versos de corto aliento. A la vez, su originalidad artística nos señala su postura de la ruta intensa que retoma, para traslucir significaciones poéticas internas, pero siempre desde su forma externa. Si leemos con cuidado y dedicación, el libro nos permitirá comprender el contenido del trabajo poético a través de su forma, y su forma a través de su contenido. No tanto como entretenimiento, ni sustituto de la vida, menos de la claridad del entendimiento de la existencia. Porque la vida es poesía, y no hay poesía si no existe la vida. ¿Cómo podría la poesía sustituir a la vida, siendo la vida ya poesía? Por eso, en su conjunto, encontraremos manifestaciones verbales de un ser humano que nos habla desde el ardor de la conciencia idiomática del lenguaje común, llano y cotidiano, con cierto tufillo de confidencialidad, especialmente en su epistolario, evidenciando una actitud firme por la defensa de la vida. También encontraremos idilios dolorosos e imágenes vitales que toda virtuosa poesía requiere. Caminos recorridos y caminos por hacer. Hay concentración predispuesta y sensibilidad. No un reemplazo de la vida, sino —más bien— intensa inspiración, continuidad, elevados sentimientos, estructura significativa, etc. Veamos los siguientes versos: “Hemos andado, hermano, / desde la altura del padre / persiguiendo la fiebre de sus manos”. “Un hijo alarga la ausencia / para el que nació cansado”. Y éstos otros nos dicen: “Mucho antes que nacieras / y en tu vientre se formaran mis arrugas / yo ya era tu hijo”. “Triste carne diste al mundo / desde el botón de tu pecho / como una sílaba de leche”. En este oficio de hilar poesía, nada está acabado; tal vez empezado, pero nunca por finalizarse. Escribir poesía es todo un proceso de aliento, dedicación y mucho esfuerzo. Por eso, al leer Estalactitas, pareciera que estamos frente a un autor con cierto equilibrio y madurez, y esto nos indica que su corpus poético requiere una lectura con el pensamiento elevado, desafiando al tiempo y a las palabras, teniendo en cuenta que todo conocimiento, experimentado o tierno, falso o verdadero, viene y corresponde a la realidad, y sobre ella, del trabajo serio y permanente del ser humano. Es más, nos sorprenderemos al comprobar que casi nada aparece, en la construcción de los poemas, con imprecisiones verbales ni falta de manejo organizativo de las palabras. A manera de buen albañil, el poeta coloca los ladrillos en donde corresponde y en todo instante mantiene en sus versos las tonalidades y el ritmo vibrante, acorde a la intensidad creativa de los poemas, llenos de ingredientes y exquisitas metáforas, imágenes puntuales que fluyen dulcemente para los oídos y corazones de buen paladar textual. Leamos los siguientes versos que saben a miel de caña madura y a camino por abrir entre intimpas y wallatas: “Haré dormir mis manos para enseñarte la vida / y entenderás que tu signo no es tu horóscopo lejano / sino la huella del hombre que te cedió su barro”. Indudablemente, por los círculos oficiales, la poesía de Alberto Río será ignorada, no tanto por razones de estética, porque lo tiene de sobra, ni tampoco por casta racial, aun cuando su piel es de color vicuña y plata, igual a las escarchas de nuestra tierra arriba; sino, como dice mi gran amigo Néstor Espinoza, lo ignorarán por razones ideológicas, porque su poesía es literatura popular y viene desde lo alto, desde donde el sol sale temprano, y fundamentalmente no reflejan los interese del oficialismo. Será ignorado como lo fue Arguedas, Robles Alarcón, Mario Florián, Carlos Oquendo de Amat y tantos otros artistas populares. Por último, los buenos habitantes de nuestros pueblos lo reconocerán, como así lo han hecho con los autores antes mencionados. Lo reconocerán porque Alberto Río viene de raíces profundas. Decía mi abuela, un hombre sin raíces es un hombre sin patria; es decir, sin tierra ni cielo. Una planta sin raíces solo es una decoración: sus flores y sus frutos no podrán significar ninguna continuidad. En cambio, con esta poesía el río continúa su cauce, tal vez un día se desborde, pero sus correntadas tendrán persistencia y de eso me alegro. Me queda solo expresar mis mayores deseos a que siga barbechando las palabras para entregarnos, más antes que mañana, nuevos y mejores trabajos. Estoy seguro que así será.