UNA HISTORIA, COMO MUCHAS LAS OPORTUNIDADES DE LA VIDA
Jacinto y su mujer fueron abandonados por sus hijos que migraron a la gran ciudad. Él, se quedó atendiendo a su esposa, tan anciana como el mismo, pero cada vez más enferma, hasta que un día Jacinto quedó completamente solo cuando ella entregó su alma al Señor. Algunos de sus hijos llegaron para sepultar a la madre. Ellos le hicieron un buen funeral, se emborracharon y vendieron todo lo que se podía vender. Luego, ofrecieron llevárselo a la gran ciudad, pero Jacinto no quiso dejar sus campos ni sus animalitos. No conocía otra vida y le aterraba dejar todo lo que tenía. Entonces, los hijos para no complicarse, decidieron dejarlo una temporada, y prometieron que volverían, con más tiempo y quizás para llevárselo con ellos a la ciudad. ¡Nunca volvieron! Muerta la madre el olvido fue mayor y Jacinto, con las fuerzas que le quedaban atendía sus labores día a día, suspirando con sus recuerdos y anhelando compañía. Cada vez podía hacer menos, y un día, la peste, el clima, el cansancio y el descuido hizo que ya no tuviera nada para comer. Avergonzado, tuvo que marchar. No quería ser visto por sus coterráneos en ese estado, así que marchó lejos. Decidió ir a un pueblo distinto al que nunca hubiera ido en toda su vida. Tras varias jornadas, llegó a un pueblo desconocido, donde nunca había estado antes. Mendigaba durante el día por un poco de comida y dormía bajo cualquier alero que pudiera evitar que el sol lo quemara demasiado o la lluvia lo mojara. Algunas veces, lo dejaban tranquilo, pero otras, las personas se sentían molestas con su presencia y lo ahuyentaban, a veces hasta con violencia y con malas maneras. Entonces Jacinto se iba a otro pueblo. Es que su aspecto no era agradable, estaba cada vez más sucio y andrajoso. Él lo entendía, pero no tenía medios ni forma de cambiar esa situación, solo sufría por ello. En uno de esos pueblos, unas personas de buen corazón, tras un tiempo de verlo en indigencia, decidieron ayudarlo. Le dieron algo de comer y lo llevaron al asilo de una ciudad cercana, porque ellos no tenían posibilidades. Ahí llegó frágil, enfermo y desnutrido, con algunas heridas, quizás causadas por perros o por malas personas. Estas curaron rápido, pero las que tenía en el alma, fueron más difíciles de tratar. El dolor y la decepción eran visibles en sus ojos. Tenía una mirada triste y siempre perdida en la distancia, y de cuándo en cuándo las lágrimas anegaban sus ojos y se derramaban bañando las arrugas de su rostro. Eso fue hace algunos años. En el presente, esos ojos son irreconocibles, brilla en ellos la luz del amor y la alegría de vivir, tranquilo y bien atendido. Jacinto muestra, casi siempre, una sonrisa agradecida, conseguida gracias al cariño al arduo trabajo de sus cuidadoras y benefactoras. Jacinto, ya es un rayo de sol, es la encarnación de la amistad y la ayuda mutua. Con sus mermadas fuerzas ayuda en el cuidado de sus hermanos ancianos, y cada vez que puede , ora agradecido al Señor. Con ojos llenos de gratitud, susurra con humildad: «No hay nada que me haga más feliz que ayudar a los demás, Dios me dio mucho y yo solo le estoy devolviendo algo». Jacinto (no es un nombre real), pero hay muchos como él en el Asilo de Ancianos de Abancay. Están: José, Exaltación, Manuel, Antero, Catalina, Marcela, Pedro y otros más con historias parecidas, que han superado la dversidad con la fuerza del amor, gracias a sus cuidadoras y a las madres Carmelitas que velan por ellos todos los días. La vida, siempre da nuevas oportunidades, y quizás este llegando tu oportunidad para adentrarte en este maravilloso mundo, lleno de amor y generosidad. Ya llega el Primer Festival de Corazones Unidos, un evento que tocará tu alma y te dará muchos momentos de alegría. A ver, imagina un lugar donde la risa es sumamente contagiosa, donde las sonrisas y la esperanza florece y los corazones laten acompasados en una sinfonía de solidaridad. Así será la fiesta que te espera, el Primer Festival de Corazones Unidos con un gran y emocionante Bingo en el que podrás ganar muchos premios y hasta 10,000 soles, una deliciosa Kermés en la que podrás disfrutar de los mejores platos de las manos de los chefs más expertos de la ciudad, una sensacional Tómbola llena de sorpresas, y todo en el marco de un Show inolvidable con los artistas más brillantes de la Región. ¡Pero aquí no termina la magia! Imagina a 80 corazones como el de Jacinto, latiendo agradecidos y al unísono, orando por ti junto a las madres Carmelitas, día tras día. ¡Únete a esta celebración de amor, alegría y solidaridad! Con tan solo 10 soles, podrías llevarte el premio mayor y ser parte de una experiencia inolvidable que tocará tu corazón. ¡Te esperamos en el Primer Festival de Corazones Unidos, donde la vida se celebra en su máxima expresión!