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Signos de aprecio y clases de abrazos
Publicación: martes, 13 de diciembre de 2022

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Signos de aprecio y clases de abrazos

Signos de aprecio y clases de abrazos

Escribe: PC Luís Quintanilla López (+)

Así es amigos. Como cuestión previa, subrayo que últimamente estoy escribiendo a gusto y exigencia de la hinchada y naturalmente ello me satisface, porque lo considero como una palmada en el hombro, como un estímulo para seguir llevándoles un poco de amenidad a la hora en que la familia está reunida, haciendo olvidar siquiera momentáneamente las mil y unas penas que nos agobian por esta vida que cada día se hace más difícil porque a nadie le falta «pulga que matar ni tabla que rascar». Mi hermanón del alma Machaco me ha visitado para sugerirme escribir un comentario sobre las distintas clases de abrazos, de los abrazos físicos que consisten en agarrarse unos a otros con los brazos, unas veces bien ajustado, otras veces a las justas, unas veces acompañados de fuertes palmazos y frotadas en la espalda, otras veces sin palmazos, de mala gana nomás como un cumplido nomás. De la amplia gama de abrazos del que hablamos, extraje la siguiente clasificación: Abrazos de amigos, cuando los abrazos son sinceros y realmente exteriorizan cariño, aprecio y compañerismo cuando llega el caso. Abrazos de solidaridad, aquellos que se dan en los velorios y sepelios a los deudos de que en vida fueron o cuando se dan a los amigos que han sufrido alguna desgracia. Abrazos de reencuentros, cuando por ejemplo 2 ex compañeros, de estudios, de trabajo o de aventuras, se encuentran después de un buen tiempo. Este abrazo es prolongado porque la ocasión así lo exige, no todos los días se recibe una inyección a la vida recordando el ayer. Abrazos de compromiso, aquellos que se dan por cortesía, por salir del paso, pero que en el fondo no llevan ningún sentimiento de afecto o aprecio, es más bien un abrazo frío que se da en ocasiones en j que: «Lo cortés, no quita lo valiente». Abrazos de amor, son aquellos, que no se puede describir en 2 líneas, es como tratar de distinguir con precisión los colores del arco iris, del celaje o de la salida del Sol en Paucartambo, en que a la no se puede decir qué colores son. Estos abrazos son mucho más prolongados que los abrazos del reencuentro, interminables diría yo, porque ambas partes se funden en cuerpo y alma y se hablan telepáticamente ajustándose hasta donde resiste la columna vertebral, hasta que entre pecho y pecho no pueda entrar ni una aguja. Este tipo de abrazos lo describen con lujo de detalles los que están perdidamente enamorados. Abrazo de oso, ahh... este abrazo es peligroso, porque solamente lo usan los cachascanistas y karatecas, que en cada abrazo hacen crujir y romper los huesos del esqueleto… Abrazo de los guayacoles, aquellos que se dan en los locales de los «congresos o cantinas» cuando están con media docena de huaraccasos adentro en plan de «yo te estimo», «cuenta conmigo», «para eso soy tu pariente», «cualquier cosita... pide nomás». Abrazo de Judas, aquel que dan los falsos amigos, los que venden la amistad y el parentesco por un plato de lentejas. Estos abrazos son más peligrosos que los abrazos del oso, porque son abrazos que no hacen doler, pero matan. Abrazos mixtos, como el cebiche mixto donde entra carne de pejerrey, trucha, calamares, pulpo y mariscos. Este es un tipo de abrazos que se dan solamente los novios que están en las puertas de jurarse amor eterno ante Dios y el Registro Civil, eso lo sabemos mejor los que hemos pasado por esa etapa y por culpa de ello nos hemos amarrado para siempre. Por eso, cada que llega el día de San José, Patrono de los casados, los que somos matrimoniados buscábamos al «pajo Valenzuela» jefe del Registro Civil del municipio, para sacarle el ancho por habernos ensartado. Entre paréntesis, bajito nomás, esto lo digo de boca para afuera nomás, porque de vez en cuando, cada 5 años más o menos le tiemblo a mi contraparte. 

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