Pretendientes caraduras
Así es amigos. Haciendo historia de programas de la televisión capitalina, en esta oportunidad recuerdo a Adolfo Chuyman el comediante de “Quien soy yo, Papá” que en todas sus interpretaciones casi siempre sacaba de las casillas a los que estaban en plan de ser’ sus futuros suegros, es decir era la reencarnación de un sinvergüenza vividor. «La franqueza es una virtud que adorna a pocos hombres», dice un pensamiento popular: «Quien dice la verdad, no miente», dice otro pensamiento, el padre de familia que no haya pasado por esta etapa que levante la mano para conocerlo. Por regla general, los padres de familia cuando las hijas son todavía niñas que estudian primaria, viven tranquilos sin sobresaltos ni preocupaciones, pero conforme van creciendo las niñas la cosa varía, porque en el pensamiento se protagonizan escenas del teatro de la vida, adelantándose unos 15 años imaginándose a un galán que se presente en casa: - Mi futuro señor suegro, Rosita y yo nos amamos locamente, vengo a pedirle su mano. En ese momento uno se imagina la reacción que se podría tener como padre, de romperle el alma y los huesos al supuesto pretendiente, más aún si el pedidor de la mano no tiene oficio ni beneficio: - ¿Oiga joven, si usted todavía no tiene trabajo con qué piensa casarse? - Con mi temo azul mi querido y futuro papá. Este pensamiento de los futuros suegros varía en veces a la hora de la verdad, así me lo han asegurado varios integrantes de mi collera que ya son suegros antiguos, me dicen que aquello es maravilloso más aún cuando se vienen los nietos y nietas que son la chochera de los abuelos. A decir verdad, mis amigos, creo que así debe ser o mejor dicho así debiera ser, tomando en consideración que nosotros también hemos pasado por la etapa de pedir la mano, pero asegurando un porvenir a la contraparte y no en plan de becarios, ni de hacer pasar dificultades a la que será su esposa. Estas estampas de la vida real, me hacen recordar las secuencias de «El Novio» en el programa cómico de Quien soy yo. Papá, que ahora lo están repitiendo a media noche en la televisión, con la actuación del comediante Adolfo Chuyman y la extraordinaria actuación de Fernando Farrés como el suegro. En una oportunidad mis amigos, este pecho y mi contraparte casi le sacamos el ancho al televisor cuando vimos dicha serie en que el pretendiente ó aspirante a becario se pasó, pues sencillamente se pasó de sinvergüenza, caradura, malandrín, siete suelas, becario, sin oficio ni beneficio que ni si quiera tenía temo azul, este desventurado hijo de Dios agarraba a su suegro por el lado débil, al protagonizar un escándalo en presencia de su jefe y de sus compañeros de trabajo. Al momento en que Avelino el pretendiente tenía el atrevimiento de hasta sentarse sobre el escritorio de su futuro suegro y en voz alta le metía un lío de los mil diablos, francamente mis amigos ese momento era para romperle la cabeza al futuro becario con el mazo de hacer tallarines, asimismo agarrar él cuchillo de cocina para volverlo eunuco cortándole la herramienta» de la reproducción. No contento con eso, el sinvergüenza se las arreglaba para que el jefe de su suegro sé aparezca en su casa justo al preciso momento en que le estaba torciendo el cuello para enviarlo a la diestra de Dios Padre, salvándolo de un knockout fulminante. No contento con eso, le sacaba plata al suegro en presencia de su jefe. Por las barbas de Barrabás, qué tal sin-vergüenza. Los integrantes de mi collera que estaban en plan de ser suegros a una misma voz en aquella vez decían: - Si se apareciera un becario en el mismo plan, con gusto nos vamos a San Idelfonso ó a Lurigancho. Sinceramente mis amigos, no creo que haya en este mundo otro pretendiente tan sinvergüenza como el novio Avelino, aunque en este mundo cruel todo es posible, pero por favor Santo Dios, Virgen de la Piedad de mi pueblo de San Antonio, Señor de Yllanya. Señor de la Caída, Virgen de Guadalupe, que no haya en Abancay, en cualquier parte menos en Abancay; porque si aparece un sinvergüenza de esa calaña, por nuestra Santa Madrecita, que lo enfriamos, por la memoria de nuestros padres...palabra que le damos vuelta. A nosotros los papás abanquinos, nadie nos hace el avión.