Llama eterna por un gigante: Prof. Augusto Gil Maldonado Chirinos
Hoy se entumecieron mis ojos producto del dolor, del recuerdo que me abriga con fuego, de amor la pasión, dentro del aire que respiro con sorbos gélidos de tristeza, en mi humano corazón y viene el recuerdo en el poder de la mente de un ser, que con su estimado pensamiento en el aprender de la usanza educativa como Físico Matemático, en la gran Universidad de Ayacucho, Perú, San Cristóbal de Huamanga, llegó a Abancay allá por los años de 1980, dotado, de la gloria de su logro Un Señor de señores, que respondía al nombre de pila otorgado por sus santos padres Augusto Gil Maldonado Chirinos. Se viene a mi mente un sueño en el pasado del ayer, como en el caminar de los espejos de las aguas, en el rio cuando observan los ojos humanos, las fotos del tiempo de la vida, en el viaje de las aguas, corría el año de 1982, y este Aníbal que te escribe Maestro mío, te conoció tan de ha, pronto al abrir, la puerta del viejo y vetusto Colegio Cesar Abrahán Vallejo Mendoza, observaron mis ojos a una figura joven, de tez morena delgado, espigado de regular tamaño , con peculiar lunar en el rostro, que lo haría inconfundible hasta la eternidad de sus días, con los modales únicos que hasta hoy traspasaron su digna personalidad, saludo a los jóvenes del ayer y se presentó, como nuestro Maestro en la asignatura de matemáticas. Era un hombre extraordinariamente precoz, en enseñar aquello que sabiamente, estudio matemáticas, dotado de una gran inteligencia que precozmente, desprendía su enseñar jugando con los números, grabando en el aprender, de sus alumnos imponiendo en nosotros su gran, respeto por su sabiduría, ¡ de veras que no era solo eso de pronto, nos explicaba ciertas corredurías de su aprender, y nosotros mozuelos le escuchábamos, con grato entender, era agradable tenerlo como el aire fresco, verdad que si sus actos desprendían mucha voluntad¡. Las personas que transitaban en el discurrir del día en el Colegio, Cesar Abraham Vallejo Mendoza, allá en la distancia de tiempo, del camino del aprender, observaban la vieja hacienda de Patibamba. Con un torreón junto al árbol de Jacaranda eterno hasta hoy de bellas flores, azul violeta, un trapiche, designio del trabajo por la caña en épocas de la república, las aulas eran los viejos cuartos de la casona, allí en el patio donde antes formaban los colonos, allí formábamos los alumnos, en el estrado mayor presentes los maestros, del ayer componían ese entonces, los profesores, Gil Maldonado Chirinos, Fernando peña Farfán , Federico La Torre Ormachea, la maestra de arte Irene Trujillo Sánchez, el profesor de educación física Salazar Amézquita, y muchos más que hoy ahogan mi recuerdo por el dolor que me embarga , el adiós de aquel hombre que sentí siempre el estrechar de su mano producto de su gran amistad mi gran Maestro, Gil Maldonado Chirinos. Al año siguiente volvió a ser mi maestro fue parte de la dirigencia del equipo del Cesar Abraham Vallejo Mendoza, que el profesor Fernando Farfán , no me dejara mentir, logrando ganar un escolar, siendo parte de control del equipo de primera división de Futbol que tenía, este grato plantel de inmensos recuerdos, en aquellos que pasamos y usamos sus dignas aulas, y aprendimos las enseñanzas de maestros, que nos enseñaron a volar, con fuego de triunfo, y con inmensa gloria de recordarlos, a los que se fueron y al que se une hoy en los portales del paraíso, junto al cielo cerca a Dios, en el jardín de Dante, alumbrado por las lumbreras de la eternidad. Maestro mío tus gloria las grabaste , con fuego en el camino de tu vivir, sembrando enseñanza, posterior a la que describo, porque las glorias te buscaban, por la estirpe de tú sabiduría y por la razón de la verdad, que tenías que enseñar más, a los demás por tu sabia mente que poseías, y los aires te inspiraban gloria, en la verdad de tu razón, pisando esta tierra, es cierto que existe la política que el ser humano mientras vive esta imbuido en ella, tu color de partido que honraste, lo determinaste con gloria sin agraviar a nadie, poque siempre expresabas razón, con verdad y generabas poder en tu decisión. Cuando, a un hijo tuyo tu alumno, le infundiste enseñanza de aprender a vivir y a ser, jamás la sombra de tu cuerpo en su memoria se borrara, hasta que ambos se alumbren en el adiós de las vidas, poco para expresar tu aire que respiraste un día, el agua que bebiste, con sorbos de dignidad, el fugo que irradiaba, tu dirigencia digna de imitar, si volviesen los vientos, en retorno, le pediría al tiempo volver a verte, pero eso sería retarle a la luz del adiós, en el camino, que nadie podría detener, ni con el mejor poder, pero estoy seguro que el futuro Distrito de Abancay, las Américas a cual le pusiste tu esfuerzo, ocupaste su sillón Municipal, impartiste ideas, por su mejor caminar, jamás olvidaran al gran hombre, que sin esperar nada a cambio de lo que hace y lo hizo infundio, que los pueblos cambien, por la necesidad de la razón de su existencia, te fuiste con la fortaleza de servir hasta el último siendo presidente del frente de defensa de Abancay. Adiós alma eterna en el corazón, de los que te aman, porque deveras que son una legión, fuiste un gran hombre. Abg. Alex Aníbal Batállanos Sierra