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Chapetones se bañan en un mar de vino
Publicación: martes, 12 de abril de 2022

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Chapetones se bañan en un mar de vino

Chapetones se bañan en un mar de vino

Así es amigos. Una simpática nota publicada en un diario capitalino hace saber, que con motivo de la Fiesta Patronal del pueblo de Jauja de la Región de Rioja en la madre Patria España, los chapetones que así se conoce a los españoles de España - valga la redundancia- se habían bañado en una piscina llenada con 40 mil litros de vino de la mejor calidad, donado por los productores que tienen grandes extensiones de cultivos de vid, y luego de este tonificante, reconfortante y agradable baño, los bañistas y todo el pueblo se habían jaraneado bailando la JOTA, un ritmo parecido a la marinera serrana. Así dice la simpática nota a la que hago referencia, pero no dice si esa tremenda cantidad de vino lo mandaron al desagüe de la piscina o se lo tomaron. Lo más probable a criterio de este humilde pecho, es que los 40 mil litros de ese vino lo hayan mandado a porque teniendo tremenda producción de vino, supongo que a los chapetones no se les ocurriría emborracharse con un vino que prácticamente ha sido contaminado con las impurezas del cuerpo humano, peor aún uno de los chapetones le hubiera entrando la tentación hacerse el pichi en pleno baño o por lo menos soltar una ventoseada más potente que un eructo de humano que cometió el pescado de gula. Estos imponderables pudieron haber sido posibles, como en ese chascarro que cuentan los Caporales, que una vez, unos exploradores que cayeron en manos de tribus caníbales habían sido desnudados e introducidos en el tremendo ollón de la olla común valga la redundancia para preparar un sabroso chairo en base a carne humana matizado con yerbitas del campo, uncuchas, yucas, plátano ordinario, etc., circunstancias en que una de la víctimas una vez en el interior del ollón, cuando el caldo ya se estaba entibiando y sabiendo que su carne iba a ser degustada por los caníbales, no solamente se había hecho el uno, sino también el dos, cuyo ingrediente habían servido como sazonador igual que el ajinomoto, que los caníbales habían degustado con mucho apetito. Por estos imponderables, los 40 mil litros del vino tinto, áspero, dulce, seco, semiseco y abocado, habrán sido arrojados al colector de aguas servidas. Sabedores de esta noticia los guayacoles de Abancay que le meten diariamente un huaraccazo al despertar, otro para curar ‘a cabeza, otro para el estribo y otro para la cabecera, pegaron el grito, al cielo: NO ES POSIBLE - dijeron al unísono- no es posible que los chapetones se den el lujo de bañarse en una piscina llena de vino de uva ni siquiera de vino bambeado, es una ofensa para nosotros, dijeron en coro y en voz alta. Si esto hacen en España en un pueblo donde producen cualquier cantidad de vino, el gobierno de la Región Apurímac debe acordarse también de nosotros los guayacoles de Abancay que produce cualquier cantidad de aguardiente de caña, para que en próxima oportunidad llámese Navidad o Año Nuevo, dispongan vaciar 10 cilindros de caña pura de San Gabriel en la piscina de niños del Chama en Santa Isabel, para que siquiera podamos revolearnos un poquito, con la diferencia que el trago en el que nos hemos bañado o revolcado, lo vamos a tomar, guardando el saldo hasta que se supere la situación económica, porque ahora, hasta los huaraccazos de alcohol metílico están carolinos. Bueno, esta es una protesta y un pedido de los chicos y chicas del club Guayacol, digo chicas, porque las hay también 2 o 3 terribles contrapartes que le meten tragos de igual a igual con los varones. Hago esta aclaración porque no se puede meter en «un mismo saco al resto de personas que de vez en cuando matizan con agüitas por compromiso, pero no por hábito. Pero, como están las cosas como las propias rosas, entiendo que no será posible la cristalización del pedido planteado por los guayacoles, porque sería un pecado imperdonable comprar cañazo para bañarse cuando la plata no alcanza para vivir decorosamente, porque en definitiva, primero está la obligación y después la devoción y porque el cañazo ya no es cañazo, sino, trago bambeado, que en las tragotecas se llama «trago combi» que los cantineros venden a los niños y niñas que no tienen para comprar cerveza.

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    Chaski
    EDITOR